Historia de Nuestra Santisima Virgen de Guadalupe
La historia de la Santísima Virgen de Guadalupe comienza en el Cerro Tepeyac, al norte de la Ciudad de México, en diciembre de 1531.
Fue en ese lugar el sábado 9 de diciembre, donde Juan Diego Cuauhtlatoatzin, de 57 años, un hombre indígena que recientemente se había convertido al catolicismo por los franciscanos, estaba caminando hacia la misa en lo que fue el Día de la Inmaculada Concepción (que ahora se celebra el 8 de diciembre).
Mientras caminaba, Juan Diego escuchó la voz de una mujer que decía su nombre, que era la primera aparición que la Virgen María hacía antes que él.
Primera aparición de la Virgen de Guadalupe
En la tarde de ese mismo sábado, Nuestra Señora de Guadalupe se apareció a Juan Diego por segunda vez.
Segunda aparición de la Virgen de Guadalupe
Al día siguiente, domingo, Juan Diego regresó al obispo para pedir nuevamente la construcción de un templo. El obispo le ordenó regresar al sitio de las apariciones y pedirle a la Virgen un signo de milagro para demostrar su identidad.
Juan Diego regresó a la colina del Tepeyac esa tarde, donde comunicó el mensaje del obispo a la Santa Madre
Tercera aparición de la Virgen de Guadalupe
Guadalupe le dijo a Juan Diego que la esperara el lunes para recibir una señal milagrosa de que ella era verdaderamente la Santísima Madre de Dios.
Sin embargo, Juan Diego no salió de su casa el lunes porque estaba cuidando a su tío, que se había enfermado gravemente. El martes 12 de diciembre, Juan Diego salió de su casa para pedirle a un sacerdote que le diera los últimos ritos a su tío, que se estaba muriendo.
En su camino a la iglesia, Juan Diego evitó a propósito la colina de Tepeyac, rodeándola, porque estaba avergonzado de no haberse encontrado con la Virgen el día anterior, como habían acordado.
Pero Juan Diego no pudo evitar a Guadalupe, quien interceptó su camino al hacer la cuarta aparición.
Cuarta aparición de la Virgen de Guadalupe
Después de ver la cuarta aparición de Guadalupe y recoger flores de la cima de la colina del Tepeyac en su tilma, Juan Diego procedió a ver al obispo, tal como le habían instruido.
Cuando llegó en presencia del obispo, Juan Diego abrió su tilma y las flores cayeron de ella. Y lo que quedaba en la tilma donde habían estado las flores era una imagen de la Virgen de Guadalupe.
La imagen milagrosa le demostró al obispo que la Virgen era realmente real, y ordenó la construcción de un templo en la colina de Tepeyac en su honor.
Mostraron el amor de nuestra Señora de Guadalupe por México y los mexicanos, y por toda América Latina.
Mostraron que incluso la persona más humilde puede ser bendecida en presencia de Nuestra Santa Madre.
Y dieron fe y esperanza a millones de Católicos y otros cristianos a los que rezan a Guadalupe a pedir su ayuda a diario!